ENTREVISTA A JESUS GARCIA BLANCA
1. La primera pregunta parece obligada por el título, ¿quién se llevó a Higea, y para qué? Higea es la diosa de la salud. Ha sido raptada por Eurónomo, un demonio del mundo subterráneo que devora la carne de los muertos dejando sólo los huesos...
Pero dejando aparte el lenguaje metafórico al que alude el título, podríamos decir que parto de una concepción de la salud como proceso, es decir, como algo dinámico que implica momentos de equilibrio y momentos de desequilibrio.
Del Higienismo aprendí que salud y enfermedad son dos conceptos complementarios y que poseemos un sistema autocurativo como poseemos un sistema respiratorio o un sistema circulatorio.
Tras la Revolución Francesa, se comenzó a implantar un modelo médico que redefinía como «síntomas» o «enfermedades» lo que no eran sino señales de la actuación de ese sistema autocurativo. Así fue como se impuso esa visión de la enfermedad como algo negativo y opuesto a un estado de salud ideal. Esa sustitución, esa perversión es lo que representa la metáfora del rapto de Higea.
2. ¿Cuánto costaría liberar a Higea?
El rescate que nos exigen por ese rapto lo pagamos cada día, cada minuto. Pero, como suele ocurrir en los secuestros de cine, los raptores no cumplen con su palabra y lo que entregan es un cadáver. En este caso, lo que nos dan es esa pervertida versión de la salud que en la práctica consiste en interminables remedios para interminables enfermedades: una espiral de dependencia destructiva que han logrado colar como el progreso de la medicina o, más ampliamente, como el progreso de la ciencia.
3. ¿Cuánto tiempo te llevó el alumbrar este libro? ¿Qué razones te llevaron a él?
Hace muchos años que comencé a interesarme por las aproximaciones críticas y alternativas a los problemas de salud, primero desde un punto de vista muy teórico —a través de los escritos de Foucault, principalmente— y después en sus aplicaciones prácticas, descendiendo a lo concreto hasta llegar a mis propios hábitos de alimentación o en mi forma de afrontar los problemas de salud, que tienen mucho que agradecerle a Eneko Landaburu y su magnífica labor de difusión del Higienismo.
Otros dos momentos claves fueron mi encuentro con la obra de Wilhelm Reich y mi decisión de emplearme a fondo en la investigación del problema SIDA. En ambos casos surgieron una enorme cantidad de caminos que poco a poco fueron interrelacionándose, entrecruzándose, permitiéndome profun-dizar en los problemas relacionados con el terreno de la salud (que incluye también la salud del planeta, es decir, la ecología) y aportándome una visión cada vez más global y compleja.
Durante años procuré trasmitir lo que iba aprendiendo mediante conferencias, cursos, artículos y notas de prensa. Sin embargo, tardé bastante tiempo en comprender que debía sistematizarlo en un libro. La idea surgió hacia el año 2003 en relación con el concurso «Pensar a Contracorriente», pero en ese momento se cruzaron otras historias y lo abandoné, para retomarlo unos años después, a raíz de una entrevista que el programa Trébede hizo a Óscar, de la Editorial Virus. Al día siguiente lo llamé. Hablamos, presenté un proyecto que interesó y ahí está el resultado.
4. ¿A que se debe que la izquierda en general, al menos la que aún es capaz de cuestionar de raíz las estructuras económicas, sociales, políticas... no se atreve, sin embargo, a interrogarse por los intereses creados en el mundo de las ciencia o de la salud? Las acepta sin más. Efectivamente. Y esa ha sido una de mis más duras experiencias: cuando empecé a difundir la información alternativa, me preparé para un choque frontal con los servidores del Modelo Médico Hegemónico. Pero lo que no esperaba encontrar era esa patética confrontación con la que considero «mi gente». De la izquierda institucional, mejor no hablar —doy algunos detalles de su cobardía en el capítulo Caso SIDA que precisamente se subtitula: los límites de la rebeldía.
Por lo que respecta a la izquierda «social», hay un poco de todo: los bienintencionados que hacen el juego al Poder (y en definitiva —paradójicamente puesto que se autodenominan anticapitalistas— al Capital), los que van de pose antisistema cuando se refiere a cuestiones cómodas y superficiales, los que se aferran a interpretaciones estrictamente materialistas que colocan en los altares al progreso y a la ciencia, en particular sus aplicaciones tecnológicas... pero también, afortunadamente, hay unos pocos capaces de mantener posiciones críticas en todos los terrenos: con ellos he colaborado en muchas ocasiones, incluyendo organización de debates y publicación en páginas web y revistas en papel.
En cuanto al por qué, es muy sencillo: la Ciencia es la nueva religión, es una cuestión de fe. Quien se atreva a poner en duda los dogmas de la Ciencia, es considerado automáticamente un hereje... y tratado como tal.
5. En tu obra haces un duro análisis de la realidad occidental, como una sociedad estrangulada y puesta al servicio del consumo y el lucro...
Los mecanismos de poder que operan en el terreno que investigo forman parte de una estrategia global de dominación, de modo que parecía obligado situar al lector en el contexto general de esa estrategia. Y eso lo hago en el capítulo Desobedeciendo que precisamente es una reelaboración de un artículo que publiqué en mi antigua sección Público contra Mercado, de Cadizrebelde. En realidad, fue mi experiencia de tres intensos y apasionantes años como redactor de la antecesora de Insurgente lo que me obligó a una continua reflexión sobre las estructuras de Poder global que sirven de marco conceptual a los planteamientos de este libro.
6. Describes un presente de inacción social, con gentes adormecidas, abducidas, dispuestas a creerse las mentiras como verdades, también en el campo de la salud.
El asunto es algo más complejo que simple adormecimiento o disposición a creer. Son las propias estructuras de Poder las que se encargan de producir lo que Reich llamaba «las estructuras de carácter que necesita para conseguir sus fines». Eso nos lleva al terreno de la Educación, que también trato en la sección La infancia: Estado de Sitio. Y es que la educación es otra jurisdicción de poder, otro espacio donde se despliegan estrategias de dominación; un terreno con puntos de intersección con el de la salud.
Afortunadamente, como decía el maestro García Calvo, la «mayoría no somos todos». Hay un buen puñado de gente dispuesta no sólo a no creerse las mentiras, sino a luchar para que otros no se las crean.
7. Sin embargo, siempre habrá quien te diga que con el actual sistema sanitario la población occidental, del primer mundo, vive más, que el engranaje es creíble para las masas porque le cura buena parte de las enfermedades que padece durante su vida...
Claro, es que quien define y establece las reglas del juego tiene las de ganar. En realidad sería como decir que el engranaje de la solidaridad funciona ya que gracias a ello unos miles de habitantes del tercer mundo logran sobrevivir y mejorar su calidad de vida. Lo que se hace con ese público que en palabras de Reich son «esclavos de no importa quién», es darle la vuelta a la tortilla y presentar como solidaridad la pequeña dosis de caridad occidental que acompaña, complementa y contribuye a maquillar la brutal destrucción perpetrada por el llamado «primer mundo».
El ejemplo viene a cuento porque precisamente una de las funciones que cumple ese mundo masacrado es la de presentarse como contraste de la buena vida que gozamos aquí, en el «mundo feliz» de Huxley, que por cierto era médico y entre otras genialidades dijo aquello de «ahora la medicina ha progresado tanto que ya todos somos enfermos»... y eso fue hace cincuenta años.
8. Puede sorprender en El Rapto de Higea el cues-tionamiento radical que haces, por ejemplo, del uso de la quimioterapia y del manejo del SIDA por parte de los dueños del sistema sanitario (que no de salud, como tú dices).
Las frecuentes y prolijas menciones del cáncer y el SIDA en el libro sirven para ejemplificar mi análisis crítico de la concepción destructiva de la salud-enfermedad que domina casi universalmente y, lo que es más importante, para explicar concepciones alternativas, críticas, rigurosas, que aportan soluciones positivas. He dedicado un largo capítulo a los hallazgos de esa minoría de honestos investigadores a contracorriente.
Pero el cáncer y el SIDA son dos casos muy diferentes: el cáncer tiene una entidad biológica que responde a lo que antes mencionábamos: desequilibrios y reequilibrios en el complejo funcionamiento de lo vivo. En este caso, en el libro se critica duramente la concepción oficial y las desastrosas consecuencias terapéuticas de esa concepción, mientras que el SIDA es una construcción, un montaje.
9. ¿Quieres decir que el SIDA es una construcción mediática o te refieres a esa teoría del virus creado artificialmente en laboratorio?
Hay algo de lo primero, pero nada que ver en absoluto con lo segundo. El SIDA no tiene entidad biológica o patológica como el cáncer, no es una enfermedad sino una construcción realizada conscientemente que aprovecha problemas de salud realmente existentes aunque ya conocidos para constituirse en uno de los mayores mecanismos de producir terror, dinero y efectos de poder.
Vengo trabajando en este tema desde 1994 y hay más de cien páginas en el libro dedicadas a explicarlo con rigor y detalle, incluyendo recientes hallazgos documentales que demuestran de modo irrebatible que el supuesto descubrimiento del VIH fue un fraude intencionado llevado a cabo por el Dr. Gallo en 1984. De hecho, uno de los objetivos de ese largo capítulo es abrir un amplio debate social sobre este montaje criminal.
10. Acercarse al libro presupone tener un sentido crítico de la sociedad, ser un emboscado y no un ingenuo dispuesto a tragarse lo que le digan desde el televisor...
Al menos presupone no tener ideas preconcebidas y ser capaz de hacer y hacerse preguntas.
Cuando comencé a profundizar en lo relacionado con el nuevo papel de la Ciencia como religión —particularmente, apoyándome en los textos de Enmanuel Lizcano— me topé con una frase genial de Niels Bohr, uno de los padres de la mecánica cuántica: «Cada cosa que digo no debe entenderse como una afirmación, sino como una pregunta». Esa es la perspectiva desde la que he escrito y la que me gustaría que adoptara el eventual lector.
11. ¿La salud es un eslabón más en manos del poder, que encima es defendido como empírico por los que manejan la información?
La Salud no, más bien ese cadáver que hemos mencionado y que Ellos han colocado como sustituto de la salud. Pero sí, efectivamente, el campo de la salud-enfermedad constituye un terreno privilegiado para el ejercicio del Poder, desde antes del nacimiento, pasando por una interminable sucesión de momentos claves de nuestra vida, hasta el momento de la muerte.
12. ¿Cómo vencer la inacción social? ¿Cómo cambiar las cosas? ¿Hay «recetas»?
Bueno, en este caso, parece especialmente inapropiado utilizar la palabra «recetas». Más que nada porque responde a esa lógica simplista, mecanicista, de la medicina alopática que consiste en vendernos remedios inmediatos para síntomas concretos que han logrado hacer creer que forman parte de «enfermedades», cuando no son otra cosa que señales de que nuestro organismo está en movimiento y busca el reequilibrio.
La respuesta es compleja y desborda los límites de El rapto de Higea. Con todo, en el capítulo que antes mencioné, en el que abordo el contexto global, apunto algunas ideas que surgen de mis lecturas de Deleuze, de García Calvo, de Reich: desobediencia, sabotaje de las estructuras y mecanismos de control... y en particular cambiar radicalmente la crianza y la educación de los niños del futuro.
Así que la respuesta también puede ser tremendamente simple: ¿cómo se vence la inacción? Actuando.
Esta entrevista fue publicada originalmente en inSurGente.org: http://www.redasociativa.org/elinsurgente
__________________________